Rosario Parra* recibió de parte de la UBPD el cuerpo de su hijo Néstor*, quien fue reclutado por un grupo armado al margen de la ley a los 17 años.
“La #UBPD me entregó a mi hijo”
— Unidad de Búsqueda (@UBPDcolombia) August 27, 2020
Yo estaba trabajando cuando llegaron a decirme que se habían llevado a Néstor en una moto. Pasaron 16 años desde ese día para volver a saber de él.
Mi nombre es Rosario y esta es la historia de #MiBúsqueda 👇
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Rosario Parra Martínez o Rosy, como prefiere ser llamada, vio por muchos años cómo el proceso de búsqueda de su hijo no avanzaba y sus preguntas no tenían respuesta. En 2019 se enteró que por primera vez una entidad encargada exclusivamente de la búsqueda de las personas desaparecidas, y que no juzgaba las condiciones de la desaparición, llegaba a su territorio. Desde ese momento tocó las puertas de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).
Como lo recuerda Rosario: “Yo siempre he estado muy pendiente de los procesos y de los medios para la atención, por eso los conozco muy bien. Y, al ver que la Unidad de Búsqueda llegaba al Guaviare, me emocioné porque sabía que las víctimas íbamos a tener ahí a la gente que de verdad se iba a preocupar por nosotros y por las víctimas”.
Su interés por los canales de apoyo a las víctimas empezó a finales de la década de los 90 cuando el conflicto llegó a su vida y, sin razón alguna, fue desplazada de su territorio. Fue obligada a encontrar nuevas formas de subsistencia para ella y sus cinco hijos. Sin embargo, cuando intentaban reconstruir lo que el desplazamiento les había arrebatado, primero desaparecieron a su hermano y después a su hijo mayor.
Al igual que muchas familias víctimas de desplazamiento forzado, los Parra, acostumbrados a la vida rural, encontraron en las ventas ambulantes una forma de salir adelante y volver a empezar. Pero, cuando la estabilidad económica empezaba a asomarse, la violencia llegó nuevamente, pero en esta ocasión lo hizo bajo la figura del reclutamiento. “Yo estaba trabajando cuando en ese momento llegó mi compañero. Me dijo que él estaba en la casa con los niños y que llegó un hombre en una moto roja y se puso a hablar con Néstor, mi tercer hijo. Ahí fue cuando se lo llevaron”. Para ese momento, Rosario buscaba a tres familiares cuyo paradero era incierto: su hermano y dos de sus hijos.
Desde ese día, en 2004, Rosario empezó la búsqueda de Nestor gracias al apoyo de su familia y de su compañero, quienes asumieron el trabajo del hogar para que ella pudiera dedicarse a seguir las pistas que 16 años más tarde la llevarían a encontrarlo.
“Yo empecé por los lugares a los que a él le gustaba irse a bañar, luego fui al hospital, a las morgues y finalmente empecé a acercarme a los grupos armados como si fuera conocida para tratar de sacar información. Pero luego me di cuenta de que ellos sabían quién era yo y antes hablaban conmigo para ver qué tanto estaba preguntando”.
Después de tres años sin tener resultados, Rosario reportó la desaparición ante las autoridades, sin embargo, el proceso no avanzó. Diez años más tarde, se llevó la sorpresa al recibir una notificación en la que se le informaba que su caso no avanzaría más, pues se consideró que su hijo se había vinculado voluntariamente al grupo armado.
Esta situación no la desmotivó. Por el contrario, la llevó a conocer a otras personas que estaban pasando por lo mismo y así se vinculó a la Asociación de Víctimas del Guaviare (Asovig), un colectivo con el que pudo adelantar su proceso de búsqueda y apoyar el de otras mujeres.
Los contactos con Asovig, al igual que sus conocimientos frente a la búsqueda, llevaron a que su proceso tomara un nuevo rumbo. En 2017 funcionarios de la Fiscalía General de la Nación le informaron que el cuerpo de Nestor había sido enterrado en 2009 como no identificado en el municipio de Soacha (Cundinamarca) y que si ella autorizaba se empezarían las diligencias para su entrega.
“Pasaron dos años y con la ayuda de la Unidad de Búsqueda me dijeron que me lo iban a entregar”.
En septiembre del 2019, con la llegada del Equipo Territorial de la UBPD, Rosario comenzó su acercamiento: “Yo empecé a hablar con el equipo y, aunque uno no confía mucho en las instituciones, desde el momento en que yo llegué sentí que me escucharon y me creyeron, porque uno nota que en la Unidad de Búsqueda sienten nuestro dolor y tienen la voluntad de entregar a un ser querido”.
Luego de meses de trabajo y participación de Rosario y algunas integrantes de la organización Asovig, finalmente llegó el momento que por 16 años estuvo esperando la familia Ibarra: poder recuperar el cuerpo de Néstor. “Para mí fue muy importante que la Unidad de Búsqueda estuviera con nosotros y nos apoyara. Gracias a ellos, a la entrega digna, pudieron ir todas las personas de la familia, porque una entrega digna es con todos, cuando una persona desaparece no solo sufre su familia cercana, sufren los tíos, los sobrinos y todos, por eso deben estar todos. Eso se lo debemos a la Unidad de Búsqueda”.
El proceso de entrega digna duró tres días y durante este tiempo la UBPD llevó a cabo una actividad de fortalecimiento mediante la cual los familiares y los integrantes de Asovig pudieron resolver sus inquietudes acerca del proceso de identificación humana.
Tras la entrega digna, Rosario expresó su satisfacción por el acompañamiento y la asesoría brindada por la Unidad de Búsqueda. Para ella, la búsqueda no se detiene, pues aunque recuperó a Nestor, aún está a la espera de conocer qué les ocurrió a su hermano y a su primer hijo. La entrega digna de Nestor, sin embargo, la llena de esperanza para continuar con su búsqueda y apoyar a las demás personas que a la fecha no han tenido respuesta.
*Los nombres fueron modificados por motivos de seguridad.